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Crossing (2024)



Culpa, dolor y redención.

Lia (Mzia Arabuli), una profesora jubilada que vive en un pueblo de Geogia cercano a la frontera con Turquía ha prometido encontrar a su sobrina, una joven trans desaparecida hace tiempo. En la búsqueda le acompaña Achi (Lucas Kankava) un joven que busca nuevos horizontes y promete ayudarle en un viaje – teñido de desencuentros y abrazos- que los lleva hasta Estambul donde se encontrarán con una abogada que tratará de ayudarles.  Crossing es una road movie que sustituye la Ruta 66 por las calles de Estambul. 

Crossing es el cuarto largometraje del cineasta sueco de origen georgiano Levan Akin. Con su tercer film Solo nos queda bailar (2019), que contaba la historia del despertar homosexual de un bailarín en una sociedad intolerante frente a sexualidades diferentes, tuvo un gran éxito internacional. Akin es reclamado por los festivales internacionales de cine y Crossing fue seleccionada como cinta de apertura de la sección Panorama de la Berlinale 2024 y ganó el premio a mejor película en el festival gay de Bilbao, Zinegoak.

Akin rinde homenaje a la ciudad de Estambul, que se convierte en un personaje más. Estambul está fotografiada con amor, con una luz cálida, acogedora. Akin y su operadora de fotografía, Lisabi Fridell, no se regodean en la fealdad, ni en la miseria, ni en la marginalidad. Presentan una ciudad abierta y diversa donde, como dice la protagonista, “es posible desaparecer”. No buscan tampoco una postal dulzona. Miran la realidad de frente, y las escaleras y cuestas de la ciudad recuerdan las dificultades que tienen sus gentes para sobrevivir.

Ese humanismo de la mirada también se refleja en las interpretaciones que suenan a sinceras, honestas, cada uno defendiendo personajes con luces y sombras.  Es una película cruda pero no triste, trata del perdón, la culpa, la tolerancia y la solidaridad.

Crossing apuesta por la serenidad de los planos largos, pero no se echa atrás cuando hay que arriesgar como en ese traveling donde la cámara abandona a los dos protagonistas por los pasillos del ferry y deambula hasta llegar a la otra protagonista de la película, la abogada Evrim (Deniz Dumanli) que trabaja en una ONG ayudando a las personas trans de la ciudad. Con un movimiento de cámara, hemos visto de nuevo la ciudad y presentado más personajes.

El final de la película es coherente y permite una interpretación libre y esperanzadora. Estos personajes vivirán situaciones difíciles, pero no quedarán a la deriva: saben que es necesario cruzar el puente para traspasar fronteras y superar ideas.


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