El cineasta canadiense Denis Villeneuve fue el responsable de dirigir la excelente Sicario (2015), una película aplaudida por critica y público. Contaba Sicario la guerra sucia emprendida por el gobierno estadounidense contra los cárteles del narcotráfico en la frontera de ese país con México. La frontera física era una metáfora de la frontera moral. En aquella película la agente del FBI, Kate Macer, interpretada por Emily Blunt, se cuestionaba la legalidad (y moralidad) de las actuaciones de ese grupo paramilitar. En la segunda película de esta saga el personaje de la agente Kate desaparece y de alguna manera perdemos ese rumbo moral.
Sicario 2: El día del soldado, está dirigida ahora por Stefano Sollima. Poco conocido por el público, no es un recién llegado al mundo de la dirección. Fue el responsable de dos series de televisión muy bien recibidas – Roma criminal y Gomorra- y algún otro film, entre ellos Suburra (2015). El mundo criminal y de las mafias es bien conocido por el hijo de uno de los cineastas mas aclamados del spaghetti western, Sergio Sollima, del que Sicario: El día del soldado toma también algunos elementos.
Sicario: El día del soldado comienza con una incursión de emigrantes ilegales mexicanos cruzando la frontera con Estados Unidos. Uno de ellos es un terrorista islamista que se inmola en la huída. La siguiente secuencia – un impactante travelling lateral en un solo plano- muestra el atentado en un supermercado en una ciudad estadounidense donde se inmolan otros tres terroristas. El gobierno de Estados Unidos – con su Consejero de Seguridad al frente- llega a la conclusión de que los terroristas están – ayudados por los cárteles mexicanos- utilizando la frontera para entrar en el país. Deciden aplicar la guerra sucia contra éstos provocando un enfrentamiento entre ellos, simulando que uno de los cárteles secuestra a la hija del capo de su rival. Para realizar la operación cuentan con Matt Graver (Josh Brolin), un agente con experiencia en Irak y Afganistán, que se apoyará en Alejandro Gillick (Benicio del Toro), un sicario independiente movido por su sed de venganza hacia los cárteles, uno de los cuales acabó cruelmente con su familia. En esta guerra sucia todo vale. Como dice Matt Graver, esta vez no hay reglas.
Sicario: El día del soldado tiene un autor quizás mas importante que Sollima. Aparece nada menos que en segundo lugar en los títulos de crédito y con caracteres del mismo tamaño: Taylor Sheridan, guionista de una película de prestigio, Comanchería (2016) y de la propia Sicarios, así como director de Wind River (2017). Es el ideólogo de la saga, de cuya tercera entrega será responsable, al menos, también del guion.
El pretexto con el que se inicia la película- la entrada de terroristas por la frontera de México- pronto deja paso a su tema central: el fin justifica los medios, contra la violencia (terrorismo), todo vale. Nada se cuestiona. El macguffin es un poco deshonesto. Serviría para justificar la construcción de un muro en la frontera. Incluso luego se desmiente cuando se reconoce que los terroristas del supermercado tenían pasaporte estadounidense.
La acción de la película es trepidante. Donde Villeneuve mostraba la violencia desde una perspectiva estilizada, sutil y elíptica, Sollima decide hacerlo de una manera directa, cruenta y muy eficaz. Las secuencias son brillantes. El secuestro de la niña en las calles de la ciudad recuerda, salvando todas las distancias, una secuencia parecida de Peligro inminente (1994) de Phillip Noyce, dedicada al agente de la CIA Jack Ryan. Aquí, sin embargo, el Consejero de Seguridad no es un pusilánime como el interpretado en aquella ocasión por Harris Yulin. Aquí James Ridley (Matthew Modine) sabe lo que hace, sabe a lo que se arriesga y amenaza silabeando entre dientes. A su vez, la secuencia de la emboscada al convoy sigue los cánones de la saga: Planos aéreos, disparos secos, tensión creciente, cruce final apresurado por la frontera. Y ello con la música de Hildur Guðnadóttir y la fotografía de Dariusz Wolski, que mantienen el estilo de su predecesora.
La presentación de los personajes es modélica. Alejandro con un plano de perfil que continúa en un largo travelling. Matt Graver, que ha cambiado las chanclas por unas sandalias kaki. El único toque de humor, por así decirlo, de toda la película. La hija adolescente del capo – interpretada por Isabela Moner, actriz que se dio a conocer en la serie juvenil 100 cosas que hacer antes de ir al instituto- peleándose con una compañera de colegio y dejándole claro al director quién manda en esa institución. Ya sabíamos que la química entre Benicio del Toro y Josh Brolin funcionaba. Ahora hemos descubierto a una nueva promesa, Isabela Moner, que borda su papel y establece una clara complicidad con Benicio del Toro. Como en el buen cine norteamericano, todos los personajes se expresan con la acción y la mirada. Los diálogos son secos y nada discursivos.
En esta mezcla de géneros que caracteriza al cine actual, Sicarios: El día del soldado tiene componentes de thriller, trama política y western. La acción es trepidante. Empieza fuerte y va creciendo. Solo hay un momento de calma, de respiro, poco antes de comenzar el último tercio de la película, en una especie de rancho, al atardecer, cuando descubrimos la parte humana del personaje de Benicio del Toro y cuando éste se da cuenta de que su misión es salvar a la niña, por coherencia con su propia historia. Antes de redimirse, no obstante, deberá pagar por sus pecados.
Como en Sicario, la utilización del espacio tiene fines expresivos. El desierto funciona como un lugar donde deambulan seres sin rumbo, depredadores de hombres, mujeres y niños y gente sin escrúpulos. En un momento de la película, uno de los responsables del tráfico de personas por la frontera le dice al aspirante a sicario: Son ganado, trátales como ganado. El desierto árido remite a Meridiano de sangre de Cormac McCarthy. Como explica Benicio del Toro en la primera entrega de la saga, aquella región es una tierra de lobos. La luz del desierto está admirablemente captada por la cámara de Dariusz Wolski.
Desde El nacimiento de una nación (1915) de Griffith sabemos que fondo, forma y estructura son una unidad, y que la forma nunca es inocente. Vaya por delante que Sicario: el día del soldado es una película excelente en ritmo, tensión, emoción, acción, puesta en escena, desarrollo de los personajes y sus conflictos y todos sus elementos técnicos y narrativos. El misterio de la película radica en que este lenguaje moderno contrasta con un discurso ideológico cuando menos ambiguo.
Ya hemos comentado el pretexto inicial del film que el propio guionista descarta al de unas secuencias. El peligro de que los terroristas islámicos entren por la frontera con México. Una hipótesis poco convincente y alentadora de discursos proteccionistas. Pero no es lo mas grave. Lo que el espectador observa es que hay dos tipos de sicarios. El sicario bueno, que aun fuera de la ley, tiene un objetivo noble que cumplir, y el sicario malo, mexicano por supuesto, que es genéticamente malvado. Por último, Sicarios se cerraba con el plano de un niño- hijo de un policía corrupto al que acababan de asesinar- jugando al fútbol con la mirada perdida por el dolor y el miedo. Carne de cañón de futuro sicario. Sicario: El día del soldado se cierra con un adolescente camino de convertirse en un sicario profesional. Hay cientos de miles de dreamers que buscan una solución en Estados Unidos a su situación sin el deseo de convertirse en sicarios.
El problema es de perspectiva. Taylor Sheridan cuenta la historia desde la perspectiva norteamericana. Orson Welles en Sed de mal (1958) tuvo la inteligencia de lograr que el personaje del jefe de policía, Hank Quinlan, interpretado por el propio Welles, lo que no es baladí al añadirle un toque shakesperiano al protagonista, pareciera atractivo al público, pero sin proporcionarle coartadas que justificaran la utilización de pruebas falsas contra los culpables.
La
saga de Sicarios es una de las aventuras mas atractivas del cine industrial
norteamericano de la actualidad. El final de Sicarios: El día del soldado deja muchas puertas abiertas para su
siguiente film. Esperamos con interés qué derroteros tomará la historia.
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